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Borracho por el éxito

Ya está.

Has acabado el proyecto. Ese enóoooorme juego de rol que creías que jamas terminarías. Ese que te llevó horas de tu tiempo, disgustos con gente de tu entorno, el sacrificio de muchas otras cosas, detener otras grandes ideas por el deseo de finalizar este y no otro, levantarte cansado por haberle robado horas al sueño, stress los últimos días, algo de agobio… todo eso se ha acabado.

Has luchado como un campeón, y lo has conseguido. Y durante el tiempo en el que lo has estado escribiendo (semanas, meses… ¿años?) no hacías mas que apuntarte esas ideas que te aparecían en los momentos más creativos en la libretita, esperando su turno, dispuestas a volver a ocupar tu mente y tus ganas con ellas en cualquier momento.

Durante todo ese tiempo has logrado esforzarte en un único proyecto, con el objetivo de terminarlo y poder disfrutarlo. Y, un poco también, por demostrarle a todos esos que apostaban en tu contra que podías hacerlo.

¡Yuhuuuu!

Y ahora que lo que hiciste ya está en la calle, y los jugadores lo están probando, lo tienen en las manos (discos duros), te comentan, etc, tienes unas ganas tremendas de comenzar con el siguiente proyecto. Lo tienes claro, porque el juego de rol que has creado te gusta tanto que deseas mejorarlo.

Tal vez deseas sacar una aventura. O una ampliación de las reglas. O un suplemento de ambientación. No, espera, mejor, quieres sacar un escenario sandbox. O…

… espera. ¿Que pasa? ¿Porque no escribes? Fácil.

Estas borracho del éxito.

Da igual la aceptación que haya tenido el juego entre la afición, aunque si ha sido muy bien acogido, esta sensación es mucho más intensa. La cuestión es que te pones a escribir, y no te sale. Tienes tantas ideas en la cabeza que todas revolotean, y vas de una a otra, con el papel en blanco que, sabes, no se va a escribir solo.

Y sin embargo, la sensación es embriagadora, porque sabes que puedes hacerlo. ¡Lo has hecho, coño! ¡Lo acabas de hacer! Pero el papel sigue ahí. En blanco. Escribes algo. Lo borras. Vuelves a escribir, esta vez sobre otra cosa. Te gusta, pero no sabes como continuar. Lo guardas en otro fichero, y vuelves a abrirte uno en blanco. Miras las listas de correo, los foros, y participas en esas discusiones que hace unos días no les hubieras hecho ni caso.

Y, lo peor, es que la sensación embriagadora sigue ahí. Piensas «bah, voy a dejarlo unos días». Y sin embargo, tras esos días te das cuenta de que la hoja sigue en blanco. Y…

¡PARA! ¡STOP! ¡DETENTE!

Este momento va a ser duro, pero necesario, porque sino vas a entrar en un círculo vicioso que te aleja cada vez más de volver a escribir algo. Así que entra en zen, o lo que necesites hacer para relajarte.

Coge unas tarjetitas. De esas blancas, de las que se utilizaban antes para las fichas de los libros. En serio, son muy buenas para estas cosas. O coge un folio y divídelo en partes iguales. Entonces, escribe en cada una de ellas cada uno de los proyectos en los que te gustaría meterte. Un proyecto en cada papel. Te podría decir que apuntases los pros y los contras en ellas pero, créeme, si eres sincero contigo mismo al final la decisión en este caso es bastante subjetiva y personal como para decidir por ventajas y desventajas.

Cuando ya las tengas todas escritas, repártelas por la mesa, delante de ti. Si has escrito el nombre de cada una de dichas cosas en grande, las verás todas bastante bien… bueno, es la hora. En uno de estos proyectos vas a utilizar el tiempo libre que tengas durante las próximas semanas. O meses. O años.

Va a ser bastante duro, y posiblemente, mucho más duro que lo que has pasado mientras ultimabas el proyecto anterior, porque ya sabes donde te metes. Sabes que el resto de las ideas van a tener que esperar, empujando de vez en cuando, pero sin poder aparecer si deseas que la cosa que tienes entre manos acabe. Y eso es duro, porque si, por ejemplo, quieres escribir una aventura y te metes con un libro de ambientación, la aventura va a estar ahí, golpeándote, en la nuca, con el dedo inquisidor.

Pero es necesario. Una vez tengas las tarjetitas, comienza siendo sincero contigo mismo, y piensa en los recursos que vas a tener. Si no sabes dibujar, hacer algo muy gráfico te va a costar. Si no sabes informática, desarrollar una aplicación es jodido. Si no te gustan las estadísticas, no te metas con un manual de monstruos. Y si no te gustan las descripciones, pasa de hacer la ambientación.

No digo que seas negativo. Has de valorar las ganas frente a la capacidad y recursos, y establece un periodo de tiempo que te sirva para evaluarte sobre si merece la pena continuar o lo dejas para más adelante a cambio de hacer otro proyecto mas… ¿probable?

Ves descartando, de esta manera, todos hasta quedarte con uno. Y cuando lo tengas, lánzate. Escribe, y entra de nuevo en ese ciclo de creación de textos para juegos de rol del que ya hemos hablado anteriormente.

0 respuestas a «Borracho por el éxito»

Buena reflexión, y mejores consejos. Muy útiles, desde luego. Creo que cada vez dibujo un poco más en detrimento de escribir menos, pero alguna vez me he encontrado en una situación similar. En cualquier caso, mejor tener muchas ideas y tener que organizarlas que estar falto de ellas 😉 Así que lo celebro, pues es indicativo de que habrá Roll&Play para rato 😀

Pues si, muy buenos consejos. Yo me encuentro con esos mismos problemas, pero sin haber sacado nada aún, jejeje. Mi mayor problema es a la hora de plasmarlo en el papel. Se lo que quiero decir, pero no lo escribo de una forma que me guste. Asi que me tiro todo el rato re-escribiendo los textos.

@Manu

Madre mía… será por ideas… el día que me toque la lotería y tenga tiempo libre va a ser cuando realmente empiece a trabajar 😀

@Lord Aion

Te aseguro que cuando sabes que lo puedes hacer es mucho peor. Ya verás, ya 😀

Opino lo mismo que Kano; tengo demasiadas aficiones; si me tocara la lotería no me iba a aburrir en abosluto. Creo que produciría más material friki si cabe.

Al final lo del bloqueo es como ir al gimnasio; al principio tienes agujetas y te duele, te da pereza, no ves resultados (los michelines siguen estando ahí). Pero si perseveras, al final las agujetas desaparecen, los músculos se tonifican y empiezas a perder tripa.
Escribir/dibujar/diseñar/loquesea es lo mismo. Trabajarlo y trabajarlo hasta que deje de costar.

Y eso que a mi me sigue costando (que se lo digan a mis dos proto-novelas; en llegando al centenar de paginas…. colapso).

Compañero de CNU (esto es para que sepas quien soy), que sepas que me ha encantado tu método. Un abrazo.

Muchísimas gracias, compañero de CNU 🙂

Espera… yo hice CNU tres años. Fue el año en el que la aprobé? Porque entonces si que se quien eres. 😀

Pues somos compañeros de un «CNU anterior», ademas creo que estuvimos dos años juntos. No te acuerdas que tuvimos un profe que no tenía ni idea, y nos decía, «yo voy un paso por delante de vosotros» y nos partíamos la caja, porque ya habíamos hecho las practicas el año anterior y sabíamos más que él.

Entre esto y lo del vampiro estoy quedando como el culo «online».

Jajajajajajaja…. no te preocupes. Es que no eras compañero de CNU. Eras «EL Compañero de CNU». Eso no se olvida. 😀

En cuanto a lo de Vampiro, recuerdo muy bien aquella partida. Dirigía… creo que Valero. Raquel Soler, Jose, Ester, Jordi y tu erais los jugadores (Ahora es cuando sale Alberto y dice que el no ha dirigido nunca a Vampiro 😀 ) y yo estaba sentando entre Raquel y Jordi.

Es muy posible que te confundieses, porque hasta me hice ficha. Y cuando iba a empezar a jugar, vino Cristina y nos tuvimos que ir.

Por las novelas no te preocupes. Ultimamente la musa me visita más (ahí tienes lo que te mandé sobre las alcantarillas de Vilés y «Ojobilis») y creo que este verano (por las vacaciones y el relax mental) le meteré el arreón definitivo a la primera (que no acabarla. Y eso sin contar reescrituras y demás).
Mi problema es que soy demasiado crítico conmigo mismo.
Me pasaba cuando dibujaba; la gente me decía que le molaban mucho mis dibujos y a mi me parecían del montón.
Con la escritura igual; escribo cosas que creo regulares y a la gente le gusta mucho. Es por esos ánimos por lo que me decidí a meterme con la primera novela; porque a gente que no sabe nada de rol y no le va mucho la fantasía (mi primera obra es fantasía oscura) le gustó mucho mis primeras páginas.
Lo de la segunda era para cuando me faltase la inspiración para la primera, darle al teclado con la segunda y asi siempre estar haciendo algo.

En una entrevista con Alfred Bester que tengo por casa, le preguntan cual es su mejor novela. Él dice que aquellas que no ha escrito 🙂

Luego lo explica. Dice que las ideas son geniales cuando las tiene en su cabeza, buenas cuando las escribe, aceptables cuando las relee… y mediocres y claramente mejorables cuando lo vuelve a leer tras haber sido publicado 🙂

Yo me siento muy identificado con esto. En otra entrevista, esta vez a Gabriel García Márquez, el explicaba algo parecido. Decía que odiaba leer sus libros porque le parecían muy malos… Yo me quedé bastante impactado por esto, la verdad. Si a «El Maestro» le parecen malos sus escritos ¿cómo no va a parecernos lo a los juntaletras aficionados?

Es exactamente lo que me pasa.
En mi cabeza son cojonudas. Incluso algunas veces me asombro a mi mismo preguntándome cómo narices se me pueden ocurrir algunas cosas. Le doy vueltas en mi coco, dándoles forma más definida y cuando llego al paso que defino como «ya lo tengo tan pensado que sólo tengo que teclear lo que tengo en la cabeza como si fuese un dictado», me pongo a escribir.
A veces me salen los textos seguidos (me acuerdo con orgullo como una noche me hice casi 30 páginas de una tacada) y otras veces parece que las palabras de mi cabeza se atascan en el camino entre mi cerebro y mis manos sobre el teclado.
Es jodidamente frustrante tener la idea (incluso las palabras definidas) en la cabeza y que no caigan hacia las manos (la puta fuerza gravitatoria debería ser suficiente para esto!) que aporrean el teclado.

En fin, como se suele decir, «que las musas te pillen trabajando».

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