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El síndrome Remedios Cervantes

Creo que a estas alturas, si alguien no ha visto el vídeo de Remedios Cervantes y su gran aportación al mundo del ridículo en la televisión, es que ha estado en una casa en medio del monte, apartado del mundanal ruido, celebrando algún tipo de festividad… ¡oh, espera! Bueno, va. Si alguien no lo ha visto y no sabe de que estoy hablando, es un buen momento para pasarse por aquí y enterarse de que va la historia.

Vale, ¿ya has vuelto? Seguimos. Vamos a pensar un momento en lo que pasó, sin tener en cuenta de momento los 5000 euros que perdió el concursante.

En un momento determinado, Remedios Cervantes (RC a partir de ahora) considera que la pregunta es una pregunta trampa. Responde que si, pero hay algo en ella que le corroe por dentro y que le hace creer que la respuesta es el azúcar. Ve como el tiempo avanza, y está tranquila, aunque dentro de ella sigue pensando en la posibilidad de que sea una pregunta trampa. El tiempo se acaba. El tiempo se acaba. ¡EL TIEMPO SE ACABA! Y salta, con el resultado que todos conocéis.

Cuando vi el vídeo, al principio me quedé estupefacto por la reacción. Luego, me reí. Y luego, me sentí algo incómodo. Me seguía impresionando, pero más por la putada que por el hecho de que RC haya hecho eso. Y la razón es que… yo he hecho eso. Y lamento decirlo, pero si eres rolero, te aseguro que muy posiblemente tu también lo hayas hecho. Voy a contarte tres ejemplos que han ocurrido estando yo presente, y seguro que si piensas un poco, recordarás tu también alguna situación similar:

– El primer ejemplo fue jugando a Rolemaster. Montamos una emboscada para detener un transporte, así que nos apostamos alrededor del camino, cada uno en una posición. Cuando ya estabamos situados y el transporte comenzaba a pasar, de repente me di cuenta de que no sabía cuando ibamos a atacar. No se había dicho ninguna palabra clave, ni gesto ni nada. Y el máster comenzó a explicar como el transporte iba avanzando por el camino, y avanzando, y avanzando y… me agobié. Así que mi personaje gritó: «Alto! Esto es una emboscada!». Mis amigos todavía me lo recuerdan.

– El segundo ejemplo, también como jugador, fue al Roleage. En una partida de factura similar a la película de «Atrapado en el tiempo», donde los sucesos ocurrían una y otra vez, llegamos por fin al lugar donde dicha ruptura del tiempo se efectuaba. Una gigantesca máquina creada por un mago loco hacía que el tiempo se repitiese. Y, oye, las primeras veces mola, pero llega un momento en el que te agobias. Así que llegamos a dicho lugar, y en medio de un combate observamos como el mago se disponía a activar la máquina y volver a repetir el mismo bucle. Habíamos quedado en parar al mago, pero de repente pensé «¿Y si el mago no tiene nada que ver, sino que está intentando detenerla, y lo que hay que hacer es destruirla?». Así que cuando ya parecía que íbamos a ir a por el mago, me desmarqué y me lancé a golpear la máquina. Por suerte me pararon, porque vete a saber lo que hubiera pasado con una máquina del tiempo estropeada.

– En el tercer ejemplo, yo era master. Mis jugadores, tres de ellos, quedaron en avanzar por un claro hacia una cueva. Ellos se encontraban en un lado del claro, y la cueva en el otro. Comenzaron a correr hacia la cueva, con el objetivo de atacar a todo el que apareciese, cuando, un asalto después, aparecen dos perros de guerra que se dirigen hacia ellos. Y, mientras el guerrero avanzaba creyendo que iba seguro y apoyado por sus compañeros, estos, en el último momento, creyendo que se trataba de una trampa, se dirigieron hacia el bosque para esconderse de los perros. Cuando le pusieron los puntos de vida a positivo, el guerrero mostró su desacuerdo con la actuación de sus compañeros.

Vale, son ejemplos en los que nadie ha perdido 5000 euros… reales. Pero si realmente este es un juego de inmersión, donde la realidad queda en un segundo plano y con lo que se disfruta es con la idea de vivir una vida (o muchas) en mundos de fantasía, hay que tener en cuenta que, entonces, en los tres casos lo que se ponía en juego era la vida de uno mismo y de los compañeros. Y eso impacta más que perder dinero.

Y tu, ¿en que partida sufriste el síndrome de Remedios Cervantes?