Creo que los juegos indies llenan un nicho de mercado de los juegos de rol en el que no se llenaría de otra forma, o se llenaría de formas menos satisfactorias. Dicho de otra manera, es una de las múltiples alternativas que existen para poder jugar al rol, que se aleja de las consideraciones más clásicas de esta afición, aportando nuevas formas de realizar las mecánicas o reglas de siempre.
He de reconocer que el límite de lo que considero juegos de rol indies no lo tengo muy claro. Obviamente, hay artículos claros y bien definidos a los que considerar dentro de dicha alternativa. Envenenado, junto con Fantasmas Asesinos, son dos de dichos artículos. Pero… ¿El Castillo de Rudesindus entraría dentro de dicha clasificación?
No lo se muy bien, pues desde mi perspectiva clásica de la afición, este es un juego que aporta algo parecido a los aspectos, elemento del que hace gala el mayor exponente de los juegos de rol indies: FATE.
Dicho esto, aclaro por si acaso alguien hace gala de gran sapiencia y alegría que yo no me compro los juegos por si son indies o old-school. Mi forma de jugar es muy clásica. Mucho. Y aunque me gusta que me propongan otros tipos de juegos, yo no soy capaz de dirigirlos, por lo que mi acercamiento a ellos es puramente relativos a la curiosidad y el conocimiento: me encanta comprar juegos para leerlos, para conocer nuevas mecánicas y nuevas formas de resolver conflictos. Algunas de dichas formas las aplico, y otras paso. Creo que es la forma de crecer dentro del conocimiento sobre los juegos de rol.
Dicho todo esto, los juegos indies que tengo, o que tengo y creo que son indies son:
– Spirit of the century
– Envenenado + Fantasmas asesinos
– Dungeon World
– FATE
– El castillo de Rudesindus
– El Rastro de Cthulhu
– Hero Quest
– La puerta de Isthar
– Ablaneda
– Mochos
– Haunted House
– Barrio Xino
– De Profundis
– Apocalipse World
– Puppetland
– Violencia
Esta entrada pertenece al ciclo del Desafío de los 30 días, en su 4ª edición, que puedes seguir aquí: Desafío de los 30 días
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