Se desconoce el origen de la Taberna de la Historia Interminable, aunque su tabernero actual cuenta una historia que le transmitió su antecesor el día que se la entregó, y que dice va pasando de propietario a propietario. Según esa historia, el dios de la guerra, en una de sus encarnaciones en el plano material, contempló como los humanos escuchaban embelesados a un bardo que se encontraba contando la historia de las batallas del dios en la Gran Guerra. Orgulloso, volvió al día siguiente. Y al siguiente. Y así hasta que al sexto día, al entrar en la taberna, descubrió que algo había cambiado. Se encontraba casi vacía y no recordaba en nada la animación de los anteriores días había presidido la sala. Donde antes había una hoguera enorme que iluminaba la espalda del bardo, ahora unos rescoldos mantenían apenas el calor. Donde antes una multitud de seres escuchaban las palabras del narrador, ahora unos pocos parroquianos bebían casi en silencio. Molesto, preguntó al tabernero porque hoy no se contaba la historia que había disfrutado durante casi toda la semana. El tabernero le contestó, de muy mala gana al no saber con quien estaba hablando, que el bardo que la narraba había decidido seguir su camino hacia la siguiente taberna, sea cual fuera esa. El dios se marchó enfadado. Había descubierto el orgullo de ser conocido y admirado, y le gustaba esa sensación.
Probó a encontrar al bardo en la taberna más cercana, pero ni sabían nada de él, ni de las historias que contaba. Lo intentó en otra, y en otra. Al cabo de una semana, en un local de mala muerte le dieron una pista. Al parecer un bardo que se correspondía a la descripción había entrado hacia un par de días para tomar algo y jugar a las cartas, pero cuando salió no lo hizo por su propio pie. El comentario de ‘este no es buen lugar para hacer trampas’ realizado en una voz tan baja que tan solo el dios lo oyó no dejaba lugar a dudas del destino del bardo.
El dios se enfureció. Deseaba volver a escuchar las historias que se contaban sobre él, pero no quería recorrerse todas las tabernas y posadas del país en busca de otro bardo. Y menos si al poco de encontrarlo tenía la mala suerte de perderlo como había perdido a este. Así que fue a hablar con el dios al que los bardos dedicaban sus oraciones. Tras hablar entre ellos, reunieron a unos cuantos dioses más con una idea en sus mentes. Tras largas conversaciones, convencieron a varios de ellos a crear la Taberna de la Historia Interminable.
O al menos, eso dice la historia, y nadie la ha confirmado ni la ha desmentido. Sin embargo si que es cierto que esta no es una posada normal.
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