De vez en cuando un personaje adora a una deidad concreta sin ser clérigo de ella. Ya sea por simpatía, por que los preceptos de la deidad le son afines, por proteger el lugar donde vive, o por otras muchas otras razones más, seres de distintas razas y distintas profesiones aceptan a una o varias deidades como guía moral que tienen como base en su día a día.
Los acólitos siguen los preceptos de los dioses a los que desean realizar pleitesía y cumplen las restricciones que cada uno impone a sus fieles. Estas restricciones varían dependiendo de la deidad a la que se entregan, y pueden ir desde seguir determinadas actitudes morales hasta llevar ropajes o símbolos determinados. Otras restricciones pueden ser realizar determinados ritos, realizar donaciones o respetar determinadas fechas significativas para su dios. Para obtener la categoría de acólito, un personaje solo debe declararlo y cumplir con las restricciones necesarias para ofrecerse a su servicio.
Un personaje puede ser acólito de varios dioses, siempre y cuando cumpla con todas las restricciones, y algunos de ellos incluso miran con buenos ojos dichas actuaciones. Otros prefieren que se les sea absolutamente fiel, sin interferencia de otras deidades, llegando a molestarse si no es así.
Cuando un personaje se transforma en acólito, cumpliendo todas las restricciones indicadas para serlo, a cambio recibirá aquellos beneficios que el díos otorga a sus acólitos. Ser acólito de varios dioses les permite a los personajes tenerles a favor, pero eso no significa que todos ellos vayan a otorgarle al personaje sus beneficios. Un personaje solo recibirá los beneficios de un dios, aunque sea acólito de varios.
Si comenzar a ser acólito de uno o varios dioses es relativamente fácil, dejar de serlo lo es igualmente, tanto que en ocasiones se deja de serlo inconscientemente. Dejar de realizar donaciones cuando es uno de sus requisitos, no hacer un sacrificio demandado o realizar actos contrarios a la moral dictada por el dios hace que el acólito deje de serlo, aunque en algunas ocasiones algunos de los efectos y beneficios otorgados sigan activos,. Un ejemplo son las pequeñas deformaciones que sufren los acólitos del Innombrable, que no desaparecen tras abandonar su pleitesía.
Algunos personajes se han intentado aprovechar de la condición de acólitos buscando el mejor beneficio en cada momento, pero hacer eso es peligroso. Un dios sabe cuantas veces un personaje le ha realizado pleitesía y cuantas ha dejado de hacerlo, y algunas deidades no se toman nada bien que les intenten engañar.
Un acólito no es un clérigo. Aunque todos los clérigos de una deidad deben cumplir las mismas restricciones que se obliga a sus acólitos, estos no ganan la capacidad de lanzar conjuros que ganan los clérigos. Todos los clérigos son automáticamente acólitos de una deidad.