Normalmente suelo hacer la cena que los Lanzaos de Seattle nos papamos antes de la partida de los viernes. Y siempre que puedo y la situación lo requiere, me gusta hacer de cocinillas. De hecho, si tuviera tiempo, me encantaría realizar un menú de esos pantagruelicos, vistosos e imaginativos. De los de estar varias horas, o incluso días, dedicándome a una receta. Sin embargo, el tiempo es el tiempo, y tras trabajar los viernes, en los que «suelo» salir a las 3 del mediodía, tras llegar a casa a comer no tengo tanto tiempo para hacer lo que me gustaría.
Tengo pendiente hacer una cena solo de creps para los Lanzaos (es la única especialidad a la que todavía se han escapado) pero es que por tiempo no me dá. Entre hacer los creps y la mezcla, preparar el horno, y que la cosa quede bien (no sea que se enfríen antes de tiempo y queden chuchurríos y demás) tendría que estar toda la tarde, y bastante agobiado. Y por temas de dinero, no puedo ponerme con un menú de esos de horno, café, copa y puro (además que si lo hago posiblemente acabásemos haciendo la digestión en el sofá en lugar de jugar).
Así que los menús que realizo son cosas que puedo preparar los viernes por la tarde, permite diversidad y no son demasiado pesadas. Por ejemplo:
– Compro hamburguesas (de carne buena, de caballo o de vaca de la carnicería de confianza) y pan de hamburguesas, y preparo mezcla para que cada uno se monte la hamburguesa como desee. Esta mezcla puede consistir (en cuencos separados) lechuga cortada, cebolla, cebolla caramelizada, pepinillos en vinagre cortados, queso fresco, maíz fresco, tomate cortado en laminas, queso para fundir en láminas, queso de cabra, alguna salsa especial, bacon pasado por la sartén o huevo frito, entre otros.
– Compro pechugas de pollo, las corto en tiras y las pongo a macerar en ajo y perejil con aceite, aceite ajo y pimentón de la vera o aceite ajo y hierbas. En algunos casos, también con curry. Además, compro tortas de maíz o de trigo, y monto en cuencos separados los siguientes ingredientes: lechuga, cebolla picada, tápenas, cebolla caramelizada, pepinillos en vinagre cortados, pepinos cortados en daditos, queso fresco, queso feta, maíz fresco, tomate a dados, remolacha a láminas, pimientos del piquillo cortados y pasados por la sartén y salsa de soja, tápenas, zanahoria rallada, cebolla frita crujiente, y al menos tres salsas, siendo las fijas una de yogur con menta y otra una especie de salsa rosa que hago con la remolacha y mayonesa.
Además, siempre suelo acompañar los menús con guacamole (que me sale bastante bien) y en algunos casos con humus de garbanzos.
Sin embargo, de vez en cuando también pruebo otras cosas, como la época en la que me dío por hacer huevos al plato, o panecillos redondos rellenos de una mezcla de carne picada y verduras asadas y metidos en el horno para darle un ultimo toque de calor.
Este fin de semana, por ejemplo, hice esto:
Dos chapatas de pueblo, una rellena de revuelto de setas y bacon, y la otra rellena de lomo de cerdo, queso brie y cebolla caramelizada, ambas rellenas y calentadas en el horno. Espectacular 🙂
Esta entrada pertenece al Desafío de los 30 días. Puedes ver las reglas aquí, y al resto de los desafiantes en este post.
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