El viernes pasado los Lanzaos de Seattle tuvimos partida de Trasgos y Mazmorras. En concreto, comenzamos el tercer volumen de la trilogía de Fuego de Brujas, y la verdad es que he de reconocer que es una campaña realmente buena. De hecho, es capaz hasta de resistir mis desvaríos como máster, cosa que no todas las campañas publicadas han logrado superar, siendo en algunos casos bastante distintas de las originales.
Bueno, que me voy.
La cuestión es que dirigiendo la campaña, llevaba una temporada queriendo probar una cosa. En las partidas soy muy amigo de apuntar todo lo que puedo. Apunto personajes que se me ocurren y que interaccionan con los personajes, para volver en el futuro. Apunto situaciones que pasan que pueden aprovecharse. Apunto cualquier objeto que cogen, sin indicarles lo que es, para dejarles que en el futuro investiguen sobre ellos. Antes incluso apuntaba comentarios o bromas que me hacían gracia, pero como ahora las twittean, es algo que ya no hago. Y entre todas las cosas que apunto, solía apuntar también algunas acciones que transformaba en experiencia a la hora de repartir los px a los jugadores.
Y claro, apuntar todo eso me llevaba demasiado tiempo. Tanto que a veces dejaba lo de los px para más adelante, y se me olvidaba tras la partida. O me lo apuntaba y no recordaba el impacto que había tenido en la partida. Así que me di cuenta de que necesitaba algo que me permitiese tener un control sobre esto, pero que no me ocupase mucho tiempo ni me distrajese de la partida.
Por otro lado conocía, gracias en parte a mi trabajo y a una curiosidad malsana por gestionar mejor mi tiempo, una metodología llamada «Getting Things Done». En esta metodología (de la que existe un libro que os recomiendo encarecidamente, que en español se titula «Organizate con eficacia«) se sostiene que «sostiene que nuestro «sistema de recordatorios interno» (nuestra memoria), es considerablemente ineficiente y rara vez nos acordamos de lo que necesitamos hacer en el momento y en el lugar en el que podemos hacerlo«. Y que por lo tanto, es recomendable «Depositar en «cubos» externos, todo aquello que necesitemos recordar, realizar o darle seguimiento.» (las cursivas están copiadas de la wikipedia).
Jolin. Atando cabos, si me lo escriben más claramente, no caigo. Necesitaba un sistema de contadores que me permitiese controlar la experiencia entregada. Así que me puse a pensar como hacerlo sin que me costase mucho de gestionar y no fuese un coñazo de llevar, ni para mi ni para los jugadores.
Lo primero que pensé fue en comprarme una bolsa de contadores del tipo de piedras decorativas. Asignar un valor en px (por ejemplo, 50px por contador) y luego ir repartiendo según la importancia de lo realizado en la partida. Por ejemplo, si algun jugador realiza una interpretación muy buena, darle un contador, pero si es excelente, darle dos o tres. Eso me genera un problema, y es la cantidad de elementos en la mesa que pueden molestar. Las piedras ocupan tanto como los dados, no se pueden apilar, y al final el monto no permite más que para contar px. Necesitaba otra solución. Por supuesto, quedaba descartado comprar contadores de distintos colores. Arreglaba el problema de la clasificación de las recompensas, pero no del apilamiento.
Y entonces di con esto:
Las pillé en una tienda de esas de todo a cien multimarca, sin valor impreso, y la única diferencia del color. Hubiera podido pillarlas con valor, pero pensé que quizá mejor así, ya que evitaba distracciones y me permitía además asignar cada color a un tipo concreto de recompensa, en lugar de hacerlo por valor. Al llegar a casa ya tenía, mas o menos, un borrador de lo que iba a hacer (¿No son maravillosos esos momentos en los que vas planeando cosas para tus partidas?) y probar en la siguiente sesión. Lo primero, repartir las fichas por categorías de recompensas (no olvideis que los encuentros y objetivos ya tienen sus propias recompensas, esto es únicamente un pequeño aditamento para enriquecer la partida):
- Fichas azules: fichas que repartiría cuando alguno de los jugadores utilizase algún Punto de Fortuna. Su valor en px sería de 200px.
- Fichas rojas: fichas que repartiría a aquel jugador que obtuvise un critico o una pifia. Su valor sería de 50px.
- Fichas verdes: fichas que repartiría a aquel jugador que tuviese una buena idea, realizase un acto de interpretación interesante, se arriesgase por sus compañeros… en definitiva, que su personaje realizase una acción de interpretación que mejorase la experiencia en la partida. El valor sería de 100px.
- Fichas blancas: fichas que repartiría a aquel jugador que hiciese que la partida fuese más divertida. Esta última ficha es arriesgada, y solo la doy cuando realmente la partida mejora con la intervención del jugador. Una broma. Un comentarío. Básicamente, algo que luego twitteamos. Y digo que hay que tener cuidado porque los jugadores podrían llegar a abusar, convirtiendo la partida en una sucesión de bromas. De ahí que si veo que la cosa crece demasiado, dejo de darla. Su valor en px sería de 50px.
Como he comenzado, el viernes pasado lo probé, y fue un gustazo. Hay algunas cosas que tengo que pulir, pero la partida fue un éxito. Se rieron, fue emocionante, y participaron en gran medida todos, y la historia avanzó, gracias en parte a que los jugadores se sentían propensos a recibir fichitas, a actuar con otros pnj’s. A pensar. A dar ideas. Realmente, fue una partida de las que da gusto recordar.
¿Y mi objetivo? Cumplido. Cuando alguien realizaba una acción contemplada como premio, le entregaba la ficha correspondiente, y me olvidaba de tener que apuntar, recordar, calcular los px que consideraba que valía su acción… vamos, me liberó de trabajo, mejoró la partida, e implicó a los jugadores.
¿Que más se puede pedir?
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