Autor: China Mieville
Editorial: La Factoría de Ideas
ISBN: 8498004241
320 páginas
De la contraportada
Algo se está gestando en la oscuridad de Londres, marcando los márgenes de su territorio con polvo de ladrillo y sangre. Alguien ha asesinado al padre de Saúl y le han cargado a él el muerto. Sin embargo, una sombra del deshecho urbano se presenta en su celda y le conduce a la libertad. Un desperdicio llamado Rey Rata.
En el ambiente nocturno que bulle tras la fachada londinense, en las alcantarillas, las barriadas y los espacios de podredumbre, Saúl conocerá su verdadera naturaleza. Como una maldición, la ciudad se ve azotada por grotescos asesinatos. A golpe de Drum n´ Bass y Jungle, Saúl se enfrenta a su extraña herencia.
Opinión personal
Leí este libro con la fantástica sensación que me dieron los anteriores libros del autor todavía en la cabeza, con la imaginación todavía recordando aquella grandiosa sensación que tenía al recorrer las calles de Nueva Crobuzón o ver como avanza pesadamente la maquinaria del Consejo de Hierro.
Sabía que este libro iba a ser distinto. De entrada, era el primero de las novelas escritas por el autor, y sin embargo había sido traducido en último lugar. Eso ya suele dar una pista de que aunque el libro se lleve muchos premios, quizá no sea solo por lo escrito, sino por lo que se promete que va a escribir en los sucesivos libros. En este sentido, no me decepcione, pues la novela, aunque muy entretenida, es un cuento para adultos.
Además, aunque se tocan temas fantásticos (los rata-hombre, entre otros) la ambientación en la que transcurre la historia es el Londres actual por lo que gran parte de la fuerza narrativa que me he encontrado en las anteriores novelas y que está directamente relacionada con la imaginación del autor a la hora de crear localizaciones increíbles se podía llegar a perder un poco, estando su fuerza apoyada únicamente en la narración de la historia en sí.
Tras leerlo, te das cuenta de que en parte echas de menos esa capacidad que tiene China de envolverte en entornos realistas pero extraños, cercanos y a la vez completamente imaginarios. El Londres que saca en el libro recuerda en algunas partes a la capital de La Estación de la Calle Perdido. La llegada del tren, el recorrido por las alcantarillas, etc, parecen haber sido sacadas de dichos libros, cuando realmente es al revés. Son estos ambientes los que surgen de este primer libro y de la imaginación del protagonista.
La narración, por otro lado, es muy fluida y natural. El autor tiene la asombrosa capacidad de hacer que incluso el menor de los personajes acabe siendo una entidad propia dentro de la novela. En cuatro párrafos entiendes al Rey Rata. Necesita otros cuatro para entender al padre de Saul. Saúl mismo, Anansi o Blopblop, por poner un par de ejemplos, no necesitan mucho más. Y así con cada uno de los personajes principales o secundarios de la trama, que quedan enmarcados perfectamente.
Esta capacidad hace que como lector puedas centrarte en la historia de una forma absorbente. No cuesta nada seguir los pensamientos de Saul, su horror y fascinación, su forma de reaccionar ante la muerte de su padre y como se enfrenta al nuevo mundo en el que se encuentra, así como su forma de interaccionar ante sus amigos y enemigos, viejos o nuevos. La historia resulta natural, transcurre de forma emocionante, agresiva y en ocasiones repulsiva, donde los personajes son engranajes bien engrasados que se deslizan perfectamente a través de las palabras.
Sin embargo, la historia contiene algunos altibajos. Algunos momentos excelentes se intercalan con simples párrafos de paso, lo que hace que el ritmo de la novela acaba resintiéndose. No es que la novela pase de momentos excelentes a párrafos aburridos o fuera de lugar, sino que pasa de momentos épicos o fantásticos otros que no lo son tanto, y eso se nota cuando lo lees. Además, algunos errores de revisión (e incluso de traducción) hace que se note algo en la sensación final.
Es bueno por…
Cualquiera que lea las cien primeras páginas lo entenderá, porque si se le intenta poner una definición de una sola palabra, esta sería evocador.
Y es que en esas cien primeras páginas vamos viendo la transformación del protagonista, que descubre su nueva naturaleza de mediorata-mediohombre. Como se mueve, como se transforma, como se alimenta, lo que siente y como lo siente. La primera comida, por ejemplo, es algo que sobrecoge. La primera incursión en solitario es emocionante. Dan ganas, a medida que lo vas leyendo, de estar ahí, recorriendo las calles y las cloacas con Saul, descubriendo nuevos músculos, nuevos aspectos de la misma ciudad de siempre, nuevos lugares y nuevos personajes.
Evoca partidas urbanas, de las de recorrer tejados, esconderse en alcantarillas y vivir entre basuras, siendo un proscrito mientras eres buscado por las fuerzas de la ley y el orden (siendo estas fuerzas buenas o malas). Evoca partidas donde eres un simple ratero que sobrevives como puedes, o donde respondes, al igual que Robin Hood, a los abusos de una clase dirigente despota e injusta, pero siendo en ambos casos el grano que pica en el culo de la clase alta de la sociedad.
Y eso mola. Y, además, pone en antecedentes sobre sus tres siguientes novelas, de las que hablaré próximamente.
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