Es el dios de los enanos, además del dios de la piedra. Se encuentra en el infierno desde hace casi mil años, cuando la Taberna recogió a Jalón y a Dasciros. La entrada de los demonios en la Taberna obligó a Krummel a entrar en el infierno para evitar que los demonios invadieran Aleph de forma permanente, pero eso hizo que el dios fuese atrapado por las hordas demoníacas, impidiéndole escapar, y sufriendo una horrible tortura desde entonces.
Los enanos sufrieron con su perdida. Los clérigos perdieron sus poderes. Los acólitos perdieron sus ventajas. El resto de los enanos notaron un pequeño vacío en su interior. Aún después de tanto tiempo siguen teniendo un profundo respeto por él, y cualquier enano que todavía se encuentre ligado a la deidad dejará cualquier cosa que tengan entre manos si en algún momento se le presenta la oportunidad de ayudarle.
Cuando Krummel todavía se encontraba sobre la faz de Aleph, otorgaba sustanciosos poderes a sus acólitos y clérigos. Pero desgraciadamente, desde su cautiverio y tortura en el infierno le impide a día de hoy seguir haciéndolo. Esto ha hecho que los enanos sean actualmente una sombra de su glorioso pasado.
Los acólitos de Krummel:
- No pueden tener alineamiento Caótico.
- No pueden jamás romper una palabra dada
- Han de respetar un complicado calendario litúrgico en el que destaca la prohibición absoluta de trabajar el último día de cada semana (a no ser que la vida de alguien esté en peligro).
- Han de donar un 10% de sus ingresos a la iglesia.
Para gran pesar de Krummel, sus acólitos no reciben ningún beneficio de su dios.
Krummel otorga las siguientes esferas: Oscuridad (9), Guerra (3) y Hogar (1).
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