Cualquiera que entre se dará cuenta enseguida que la taberna está llena de la más variopinta clientela. Razas nunca vistas se encuentran sentadas junto a otras que, si bien son más comunes, suelen estar cubiertas o descubiertas de trajes curiosos, exóticos o mágicos. Es posible encontrarse a enanos de armaduras pétreas bebiendo cerveza junto a demonios alados, o a drows y a elfos compartiendo jarras mientras un ladrón de almas narra su historia en el centro de la posada.
Alguien que viese esta escena desde fuera se preguntaría como es posible que razas antagónicas no luchen a muerte, no se enfrenten entre ellos destrozando muebles y vajilla mientras las armas y los conjuros hablan hasta el desfallecimiento. La razón es bien simple. Si la historia que se cuenta sobre la taberna es cierta, entre los clientes es posible que uno o varios dioses se encuentren escuchando las historias que el narrador de turno esté contando, y nadie tiene ganas de enfadar a un dios. Si la historia que se cuenta no es cierta, solo hay que fijarse en el público para darse cuenta que pocas cosas hay que sean mas peligrosas que montar bronca entre estos muros. Todos aquellos que entraron en la taberna lo han hecho porque han conseguido escapar de una situación desesperada, tras aventuras tan peligrosas como interesantes de contar, y eso significa que algunos de los asistentes pueden ser personajes realmente muy duros.
La clientela de la taberna no suele ser de lo que se dice jovial. Gran parte de las historias tratan de la guerra, de batallas, de aventuras que implican peligro, muerte y drama. Muchas de ellas tienen entre sus protagonistas a seres o razas que otros han perseguido hasta la muerte, o incluso más allá. Seres o razas que es posible que se encuentren en la taberna esperando su turno para contar su respectiva historia, y entre cuyas frases se nombren a otras razas o seres que también estén representados por otros narradores futuros. Esto hace que la alegría no sea un sentimiento muy común y muy pocos narradores logran que la audiencia llegue a reír.
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