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El Lobo y el alfarero

 

 

Estos relatos iban a aparecer, originalmente, en Roma, el juego de rol que próximamente publicará Ludotecnia.

Desgraciadamente, al final se han quedado fuera, lo cual es un nuevo motivo para publicarlos aquí 🙂

«-Dominus, Él está aquí.

-Bien, Eco, pues no le hagas esperar.

 

Mientas su esclavo salía del despacho, Quinto Cornelio levantó la mirada de sus papeles, y se preparó para el momento que tanto estaba esperando. Uno de los lictores entró con grande pompa y con grandes voces anunció la llegada del invitado: «Salve a Lucio Cornelio Sila. Dictador de Roma.»

 

El anciano entró lentamente en la habitación, vestido con una túnica sencilla en la que tan sólo unos ribetes morados recordaban su posición.

-Quinto Cornelio, creo recordar ¿no?

-Ave, dictador, bienvenido a mi casa.

 

Ambos hombres se miraron por un instante. Valorándose mutuamente. Había algo de fragilidad en la imagen del anciano albino, con sus huesos claramente marcados y su sonrisa lobuna. Pero Quinto no se iba a dejar engañar, la piel enferma de ese hombre no le había impedido perseguir al feroz Yogurta por toda África.

 

-¿Puedo sentarme en vuestra casa, Quinto Cornelio?

-¡Por supuesto, dictador, disculpe mi torpeza! ¡Eco! Trae un poco de vino y unas olivas. Lamento no tener un vino demasiado bueno, dictador, esta no es una casa rica.

-Vino no, por favor, un poco de agua fresca me irá bien…

 

El anciano mostró una insospechada agilidad al dirigirse al triclinio, y allí se sentó como un soldado, en vez de echarse como el patricio que era.

 

-Quinto Cornelio… supongo que no somos parientes…

Quinto se sonrió en su interior, era evidente que Sila conocía bien la respuesta a esa pregunta. Pretendía humillarle, pero eso no era algo que a él le importara. –No, dictador. Mi bisabuelo fue un esclavo liberado, me temo. Desconozco si sirvió a algún antepasado tuyo.

 

Sila mantuvo su sonrisa lobuna. Quinto pensó que parecía más peligroso cuando parecía afable, pero la verdad es que nunca le había visto, ni deseaba verle, enfadado.

 

-He venido a felicitarte, Quinto Cornelio, serás uno de los Tribunos de la plebe el próximo año.

-Las elecciones son mañana, dictador.

Sila rió inocentemente, la suya no parecía la risa de alguien que mandaba matar a decenas de ciudadanos todos los años. – No me habría mantenido como dictador tanto tiempo si no supiera quién va a ganar las elecciones ¿no crees Quinto?

 

El viejo zorro, sin duda, tenía razón. En la Roma de Sila, ni si quiera las moscas vuelan sin pedirle permiso. Quinto sonrió y, pretendió ser agradable –No, sin duda.

– Hay algo que no entiendo, querido Quinto, y espero me perdones la familiaridad. Pero ¿por qué un alfarero iba a querer introducirse en la peligrosa política romana?

Bueno, eso sí que es ir al grano, pensó Quinto, que sabía que debía pasar por alto la humillación de denominarle como «alfarero» siendo uno de los propietarios de talleres de alfarería más importantes de Roma. Al fin y al cabo, el viejo tiene razón. La política romana es peligrosa, especialmente para aquellos que se oponen a Lucio Cornelio Sila. – Deseo servir lo mejor posible a la Res Publica, dictador. No soy un alborotador populista, si es lo que teméis.

-No, no, por supuesto que no, Quinto, no me malinterpretes. La gente en seguida piensa que estoy amenazándole o algo parecido.- El dictador volvió a exhibir su mejor sonrisa – Y ya ves… Viniendo por aquí he visto una pintada que decía «abajo el tirano» ¿lo puedes creer?

-Siempre habrá ociosos y demagogos…

-Sin duda… ¿sabías que la palabra tirano era una palabra honorable? Era un título que se otorgaba a los mejores de entre las ciudades griegas para que se hicieran cargo del gobierno. Algo parecido a la dictadura. Sin embargo, ahora «tirano» es un insulto ¿tú crees que la palabra dictador sufrirá alguna vez un cambio semejante?

-Bueno, yo no sé mucho de historia, pero creo que muchos tiranos abusaron de su situación…

-Algo que no hace ningún dictador romano ¿verdad?- Sila volvió a sonreír peligrosamente. – Tranquilo, no debes temer nada. Esto es una charla informal, me gusta conocer a mis colegas en el gobierno del próximo año.

«Colegas en el gobierno», esto sí que es bueno… La conversación estaba empezando a volverse especialmente peligrosa… Quinto decidió darle al viejo zorro un motivo para sentirse satisfecho. Algo que le convenciera que se había metido en política por motivos ruines y no para fastidiarle a él. –Bueno… no sé si debería contarlo…

-¡Por favor, Quinto, estamos entre amigos!

-Bueno… La cerámica ateniense siempre ha tenido un gran prestigio en Roma. Merecido sin duda. Pero tengo contactos en Grecia que me han contado que algo se está moviendo allí. Parece ser que uno de los talleres más importantes está tirando los precios y los demás se han visto obligados a lo mismo…

Sila se rió con ganas – Y has pensado que ese movimiento puede extenderse hasta Roma… pero un Tribuno de la plebe podría vetar la llegada de los primeros barcos con vasijas baratas ¿no?

Quinto se ruborizó – Bueno… no creo que sea bueno para Roma que el dinero romano huya a Atenas…

-¡Por supuesto, Quinto, por supuesto! ¡Más trabajo para los talleres romanos!- Sila se levantó, visiblemente satisfecho, ni si quiera había probado el agua y las olivas. – Pero no puedo seguir abusando de tu hospitalidad de esta forma, Quinto. Tendremos tiempo de hablar durante este año, supongo.

Quinto acompañó al dictador a la puerta y volvió a su despacho esperanzado. Parecía que la entrevista había salido bien. El empresario acarició su toga de candidato pensando en sus próximos pasos. Engañar al viejo zorro no parecía tan difícil… Si conseguía sobrevivir a este año, posiblemente Quinto Cornelio pasaría a la historia de Roma.

 

Lucio Cornelio Sila salió a la calle con el ceño fruncido. Cayo Caelio le esperaba a la salida y le interrogó con la mirada. El dictador asintió con un gesto seco y determinado. Quinto Cornelio no llegaría a presentarse a las elecciones del día siguiente… El día anterior un grupo de caballeros le habían convencido de que el comercio romano necesitaba un descenso en el precio de sus productos de alfarería.»


Roma es un juego de rol que será publicado en breve por Ludotecnia, dentro de su línea Cliffhanger, y que ha sido escrito por un servidor de ustedes y de la diosa Fortuna. 🙂